El Presidente aguarda la oportunidad política para eyectar al cuestionado subsecretario de Energía, mientras que la Vicepresidenta prepara una ofensiva sobre el ministro de Economía por su política de tarifa eléctrica y su negociación con el FMI
Alberto Fernández ya tomó la decisión, y es un secreto político que manejan Cristina Fernández de Kirchner y Maximo Kirchner: Federico Basualdo está renunciado y su final formal como subsecretario de Energía será anunciado cuando la crisis palaciega haya desaparecido de las tertulias en Casa Rosada y el Instituto Patria.
Martín Guzmán cree que Basualdo abandonará su oficina en las próximas horas, un deseo político y personal alimentado por su escasa experiencia en refriegas internas que aún no le permite discernir que se está dirimiendo un poco más que la permanencia de un subsecretario que responde a las ordenes directas de Cristina y Máximo Kirchner.
Desde una perspectiva coyuntural, el hecho es simple e irrevocable: Basualdo “tiene el boleto picado”, pero esa renuncia se consumará en los tiempos políticos que decida el Presidente. No antes de su viaje a Europa que emprenderá en una semana.
Alberto Fernández aplica una estrategia peronista que Guzmán no termina de comprender y a continuación queda encerrado en argumentos sobre el poder y la autoridad que son imposibles de traducir del inglés académico al español coloquial que se usa en el conurbano.
El ministro de Economía aún no entiende que el kirchnerismo duro prepara su emboscada y que Alberto Fernández maneja los tiempos para evitar que un desenlace prematuro engulla a su principal negociador con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ya no se trata de la continuidad de Basualdo en la subsecretaria de Energía. Cristina y Máximo Kirchner cuestionaron los modos de Guzmán para desbancar a Basualdo con la obvia intención de limar al ministro de Economía que ha perdido brillo e influencia en el Instituto Patria.