Más allá del rebote técnico que se espera por la comparación con los peores meses con la pandemia, el año próximo aparece con serias dificultades para la Argentina. La economía está cada vez más lejos de aprovechar el viento de cola de tasas cero, altos precios de la soja y ahora también la recuperación de Brasil.
Los anuncios del Gobierno para el sector de telecomunicaciones cayeron como una bomba en el sector. No sólo las autorizaron a aumentar apenas un 5%, contra el 20% que venían pidiendo de agosto, sino que además las obligan a ofrecer una incumplible prestación básica universal por valores ridículos. La medicina prepaga no está mucho mejor: sólo pudieron ajustar un 10% sobre el cierre del 2020, pese a que la inflación acumulada superará el 35%. Las tarifas de luz, gas y agua estuvieron congeladas todo el año y por ahora tampoco habrá ajustes en el primer trimestre de 2021. El sector alimenticio seguirá bajo Precios Máximos, con congelamientos de más de 2.200 productos desde marzo pasado y pequeñas subas autorizadas a lo largo del año.
En una muestra de impotencia, la política del garrote se vuelve a imponer ante la ausencia de medidas de fondo y convincentes para dominar la inflación. El contraste con el resto del mundo es cada vez mayor. La inflación de 3,2% de noviembre fue vista como un “alivio” porque bajó respecto a octubre. El mismo mes todas las economías sudamericanas, excepto Venezuela, tuvieron índices muy por debajo del 1%.
El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, se reunió esta semana con intendentes del Gran Buenos Aires. Según se comunicó posteriormente, el objetivo fue trabajar coordinadamente para que los “barones del conurbano” se encarguen de supervisar el cumplimientos de los precios máximos en supermercados y autoservicios. ¿Alguien se puede creer que eso ayudará a combatir la inflación?
Los pronósticos de las consultoras económicas coinciden en que la inflación del 2021 podría saltar al 50%, aunque algunos cálculos también estiman entre 55 y 60%. Seguir pisando tarifas, meterse a regular otros precios de servicios, mantener congelados los valores de los alimentos y evitar un salto cambiario son las maneras que tiene el Gobierno para tratar de contrarrestarla. Se viene un año electoral y saltos tan bruscos de la inflación podrían resultar catastróficos para las chances del oficialismo.